En un sentido estricto, la cosmética natural únicamente usa ingredientes orgánicos o de cultivo biológico y se libera de las sustancias químicas más agresivas. Y la cosmética ecológica, cumple todo lo anterior y además se basa en la utilización óptima de los recursos naturales sin emplear productos químicos de síntesis u organismos genéticamente modificados. Es decir, va un paso más allá ya que, a la vez que nos protege, cuida del medio ambiente. “Este tipo de productos abogan por la coherencia; por las fórmulas que no contienen siliconas ni parabenos, que utilizan sólo fragancias con ingredientes naturales, amplificando así su eficacia”.
Si su contenido respeta las normas del juego verde, su proceso de fabricación y sus envases también se unen al equipo: reduciendo la emisión de CO2, empleando fuentes de energía renovable para ver la luz, utilizando menos agua y generando menos residuos, empleando botes y frascos 100% reciclables y haciendo su packaging y materiales publicitarios sólo con papel y cartón procedente de bosques sostenibles. Un esfuerzo que se ratifica con dos sellos cada vez más conocidos: Ecocert, que garantiza la transparencia en los cosméticos orgánicos; y Cosmebio, asociación que facilita los principios activos de origen orgánico, la transparencia y la sostenibilidad.
Pero, ¿son más beneficiosas para la salud las cremas, geles y champús sin parabenos y siliconas? ¿Qué ventajas tiene la cosmética ecológica frente a la convencional? ¿Tiene algo que ver el uso de sustancias químicas con las alergias en la piel o sensibilizaciones?